Tipos de personajes
¿Qué son los personajes?
En literatura, el concepto de personaje hace alusión a los seres que aparecen y llevan adelante alguna acción, por más pequeña que sea, dentro de una narración. Los personajes forman parte no sólo de las obras literarias, sino también de las teatrales, televisivas y cinematográficas y pueden ser personas, animales, monstruos, extraterrestres, brujas, o cualquier otro ser, ya sea realista o ficcional. Sin personajes, no existiría narración puesto que son estos los que llevan adelante las acciones que se cuentan.
Los personajes pueden ser clasificados teniendo en cuenta distintos criterios, algunos de ellos son los siguientes:
Tomando en cuenta la importancia que el personaje puede adquirir a lo largo de la narración se distinguen distintos tipos:
Episódicos: estos tipos de personajes son los que se caracterizan por aparecer circunstancialmente a lo largo de la historia. Esto significa que no tienen un papel principal dentro de la historia, por su escaza aparición, pero esto no quiere decir que su intromisión no sea importante para el desarrollo de la narración. Esto ocurre porque en muchos casos los personajes episódicos pueden ser los que reactiven, traben, ordenen o demoren el avance de los acontecimientos, dejando una huella en la narración.
De marco: personajes como estos son los que no desarrollan ninguna acción que sea trascendente para el desarrollo de la historia pero que, de todas formas, sirven para darle realismo, dinamismo y contexto a la narración en su conjunto. De todas formas, no todas las historias presentan estos personajes.
Principales: a diferencia de los anteriores, estos personajes se caracterizan por ser los que tiene mayor aparición a lo largo de la historia y son una especie de hilo conductor por el cual se desarrollan los acontecimientos, ya que estos le afectan directamente o bien, porque ocurren a partir del accionar del personaje. El personaje principal es el que padece alguna transformación a lo largo de la historia a partir de los distintos acontecimientos que padece. Ellos pueden ser clasificados en antagonistas o protagonistas. Éste último se caracteriza por tener que alcanzar alguna meta u objetivo y justamente esto se convierte en la trama de la historia de la cual forma parte. El antagonista, en cambio, es aquel personaje que se opone a que el protagonista logre concretar su objetivo.
Secundarios: personajes como estos suelen tener poca importancia a lo largo de la historia y suelen ser cercanos a los principales, siendo los que generalmente los ayudan a lo largo de la historia, para que alcancen su meta. Los personajes secundarios se caracterizan por no padecer ningún tipo de transformación en el desarrollo de los acontecimientos y son coherentes. Por lo general, su descripción suele ser acotada a unos pocos aspectos.
Ausentes: estos personajes son los que no aparecen a lo largo de la narración, o lo hacen por medio de recuerdos o comentarios pero que, a pesar de esto, resultan claves en el desencadenamiento de las acciones que conforman a la historia. Esto se debe a que se los coloca como condicionantes o responsables de ciertos hechos o acciones que son esenciales en la historia.
De acuerdo a cómo se ven afectados por las acciones de la historia se identifican dos tipos de personajes:
Estáticos: personajes como estos se caracterizan por llevar adelante el mismo comportamiento y actitud a lo largo de la narración. A pesar de formar parte de distintas acciones que se desencadenen en la historia, esto no afecta su personalidad. Es por todo esto que los personajes estáticos son coherentes de principio a fin, sin presentar contradicción alguna.
Dinámicos: a diferencia de los anteriores, estos personajes se caracterizan por verse afectados por los distintos sucesos que ocurren en la historia. Esto hace que sufran transformaciones en su conducta, personalidad, rasgos físicos o psicológicos. Puede ocurrir que el mismo personaje presente contradicciones justamente por las transformaciones que lo aquejan. Los personajes dinámicos, también conocidos como evolutivos, son aquellos que protagonizan la historia y pueden pasar de ser “malos” a “buenos” o de “feos” a “lindos”, dependiendo del desenlace.
Según las características que tengan los personajes, se los clasifica en:
Tipo: estos personajes son los que suelen estereotipar con su personalidad o apariencia, los rasgos que son propios de un determinado sector de la sociedad. Se los presenta de forma tal que el receptor logra identificar con facilidad hacia donde apuntan. Muchas veces, su presencia es una forma de criticar a dichos segmentos sociales, aunque no es una condición.
Colectivo: estos son personajes conformados por un grupo de individuos pero que obran de manera conjunta, como si se tratase de uno sólo. Por lo general, el espectador no sabe los nombres ni identifica con claridad a los individuos que los componen puesto que no resultan relevantes. Lo que sí puede ocurrir que haya uno que actúe como líder y que dirija el accionar del conjunto, por lo que el receptor lo identifique como tal.
Caricaturescos: los personajes como estos también poseen rasgos con el objetivo de estereotipar un sector social, pero de manera exagerada. El fin de estos personajes en la historia es hacer reír al espectador o bien, expresar alguna crítica al sector social al que se representa. En algunos casos, las caricaturas suelen hacerse sobre una persona en particular, de conocimiento público, y es con los mismos fines: la risa o la crítica.
Redondos: estos personajes son los que se presentan de una forma más completa, para que los espectadores tengan un conocimiento de distintos aspectos o facetas de la persona. Para que esto pueda expresarse, debe tratarse de un personaje principal, puesto que se necesita que lleve adelante distintas acciones que permitan reflejar su personalidad. Los personajes redondos suelen ser complejos, por lo que la coherencia es un aspecto poco común, sino que más bien se tratan de personajes en el que el receptor logra percibir alguna o varias contradicciones.
Planos: a diferencia de los anteriores, de estos personajes sólo se conoce un único aspecto de su personalidad y suele ser propio de los personajes que no llevan adelante demasiadas acciones a lo largo de la historia. Por lo general, estos individuos suelen colocarse a fin de simpatizar con el receptor de la historia, y tienen un papel secundario en la misma. Otro rasgo es que no presentan contradicciones ni incoherencias, ni tampoco sufren alguna transformación a lo largo del desarrollo de los acontecimientos.
De acuerdo a cómo sean caracterizados los personajes se identifican las siguientes variantes:
Directas: en este caso, el espectador logra captar los rasgos que caracterizan al personaje por medio de los datos que ofrezcan otros personajes, a través de los diálogos, o bien, por aquella información que dé el propio narrador de la historia.
Indirectas: a diferencia del personaje anterior, este personaje transmite su personalidad a los espectadores por medio de los diálogos que él mismo protagoniza, o bien, por medio de sus gestos, acciones y reacciones. De esta forma, todo lo que el receptor percibe del personaje queda acotado a la información que aporte el propio personaje.
A aquellos personajes que se les otorga la función de narrar, es decir de contar la historia, se los clasifican en:
Narrador omnisciente: estos personajes son los que conocen todo lo que ocurre en la historia, incluso lo que piensan los personajes que la componen y lo que haya ocurrido aún cuando él no se encontraba presente como testigo. Esto permite que hagan un repaso o aclaren hechos que resulten esenciales para comprender la historia. También, son los que se encargan de describir los sentimientos y las emociones que atraviesan los diferentes personajes del relato. Puede ocurrir que el narrador omnipresente no sea protagonista en relación a los hechos que se desenvuelven, pero sí lo sean para la comprensión de la historia.
Narrador observador: a diferencia del anterior, este personaje sólo puede contar aquello que presenció, por lo que se limita a ello. Tampoco tiene la función de contar qué piensan o sienten el resto de los personajes de la historia.
Narrador protagonista: en este caso, como se aclaro previamente, el personaje no sólo cumple el rol de contar aquello que sucede en la historia sino que, al mismo tiempo, es protagonista de la misma, por lo que va contando cómo le afectan a él y al resto las acciones de la trama.
Narrador secundario: en este caso, el rol del narrador en la historia se limita prácticamente a contar lo que sucede y lo que piensan los otros personajes, y más bien es un testigo de los hechos, no es el protagonista de los mismos, por lo que no lleva adelante las acciones más importantes de la historia.
Narrador en segunda persona: en este caso, se busca que el personaje se narre la historia a sí mismo o, en todo caso, a lo que se denomina un yo desdoblado.
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